¿Por qué hay empresas familiares que viven durante generaciones y otras que fracasan antes de la primera sucesión? Una empresa familiar se crea normalmente porque hay una persona (el emprendedor) al que se le ocurre una idea que tiene posibilidades de funcionar.
Su preparación y experiencia para llevarla a cabo pueden no ser las mejores, sin embargo esa barrera es superada por el espíritu de emprendimiento y la voluntad de construir un sueño.
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Ahora bien, una vez que la empresa se pone en marcha, su supervivencia en el tiempo es la tarea más difícil. Construir un negocio familiar lleva una vida entera. No hay una receta para el éxito, pero sí algunos aspectos clave que ayudarán a conseguirlo:
Definir claramente la cultura y valores: la cultura corporativa es la gran fortaleza de las empresas familiares frente a las multinacionales. Permite crear vínculos más estrechos entre los trabajadores y trabajar con compromiso por un objetivo común. Así pues, si todavía no tienes claros los valores de tu compañía, trabaja en ellos.
Tener una visión a largo plazo: aunque las metas que se establezcan sean próximas y alcanzables (trimestrales, anuales), una empresa familiar requiere de una visión de futuro, pues su voluntad es la permanencia a lo largo de varias generaciones. ¿Dónde esperas posicionar a tu compañía en los próximos 50 años?
Estar cerca del cliente: la flexibilidad de las empresas familiares hacen que los clientes las perciban con una mayor cercanía, y eso es un valor cada vez más importante por encima de otros aspectos como la capacidad en infraestructura. A medida que crecen, van perdiendo esa capacidad y la percepción del cliente puede deteriorarse.
Contar con un protocolo familiar adecuado: en una empresa familiar, normalmente varios miembros de la familia están involucrados en los puestos directivos. Contar con un protocolo familiar evita conflictos y prepara a la compañía para ciclos críticos como la sucesión entre generaciones.
Vigilar el endeudamiento: conocer la salud financiera de la empresa familiar es vital a la hora de tomar decisiones y embarcarse en nuevos proyectos que requerirán una inversión económica fuerte. Confiar demasiado en las previsiones positivas puede ser un error, por lo que es importante tener identificado el nivel de riesgo que se asume en cada operación.
Identificar los indicadores de gestión más eficientes: en las empresas familiares, cada minuto cuenta. Un exceso de métricas puede derivar en dedicar un esfuerzo a recabar datos que luego no se tiene la capacidad de analizar, en lugar de canalizarlo hacia otros ámbitos más productivos. Por eso, hay que tener cuidado en elegir aquellos indicadores que reflejen mejor los objetivos empresariales en cada uno de los ámbitos; marketing y ventas, producción y logística, satisfacción clientes, satisfacción empleados.